La
cabeza de pájaro, de ojos vacíos
Jesús
Ademir Morales Rojas
Entonces, ahora era su
turno. Ollin, el cazareplicantes, guardó sus fotografías. Las atesoraba. Todas
de los tiempos con Lisa, con el pequeño Tetsuo. El hoy, sin ellos: un ámbito de
brumas. Acudió al llamado del capitán Bryant. El del rostro mofletudo. Espinoso.
—Ya no contamos con el
mejor. Pero te tenemos a ti. Contamos contigo. Por eso estás aquí.
Ollin asintió en
silencio. Bryant le informó: tres replicantes. Tenían en su poder a un niño. Un
pequeño de cinco. Había que recuperarlo. Se sospechaba que estaban ocultándose
en un abandonado complejo industrial. La familia del niño ejercía presión. Era
preciso apresurarse. Ser discretos. Bryant le mostró imágenes de los
secuestradores replicantes. Adversarios poderosos. De cuidado. Una pareja.
Orientales. Dos.
— ¿Y el tercero?
—No sabemos quién es.
Pero lo que es seguro, es que está con ellos. Y es además, el líder.
Ollin medita. Bryant lo
toma como un titubeo. Le ofrece un trago. No está dispuesto a arriesgarse a
perderlo. A otro, como aquel anterior. Ya no. El cazareplicantes acepta. Toma
el vaso. Bebe de un tirón. Mezcal (sintético). Ollin no hace ni un gesto.
Bryant se admira. Se sorprende. (O parece hacerlo)Ollin se despide. Toma su
negra gabardina. Sale. Afuera, su vehículo aéreo, su fiel y viejo spinner. Se
sumerge con él en el inmenso mar de luces. Tráfico. Humo. Negrura. Luces
difusas por doquier. Hologramas descomunales. Ominosos. Multicolores. Avisos.
Publicidad. Más humo. Siempre es de noche. Las torres de escape, de
innumerables refinerías y fábricas, rugen una vez más. Llamaradas feroces hacia
el cielo oscuro. Queman. Los edificios colosales y grotescos. Castillos,
fuertes, pirámides: metal, plástico y cristal, sobre roca gastada. Le salen al
paso. Los esquiva al conducir a baja altura. Diluvia. Ollin se desorienta.
Desciende. Una cafetería. Un oasis de luz y resguardo de la lluvia. Entra. (Se
silencia la música allí). Sólo algunos comensales y el dependiente. Voltean a
mirarlo. Todos sonríen. (Con la misma sonrisa).Ollin les sostiene la mirada.
Pero ellos no cejan. Afuera negrura y lluvia sucia. Dentro luz ciega y fría.
Asepsia agobiante. Mosaicos, formica y olor a café. (Y sonrisas).Ollin se
acerca al dependiente. Le pide cualquier cosa. El hombre calvo va, le sirve, y
se queda junto a él. Siempre con aquella mueca bufonesca. El gran reloj digital
del lugar. Sus números rojos. Parecen detenidos. Silencio. Ollin se incomoda.
Nada parece real. Siente el contacto de sus fotografías. Esto le impulsa.
Pregunta entonces al dependiente, por el complejo industrial abandonado. El
hombre no dice una palabra. Sólo levanta el brazo lentamente, y señala un lugar
más allá del umbral del establecimiento. De la luz. Ollin agradece y se dispone
a partir (con premura). De pronto, un chasquido lo detiene. Sobresaltado, se
vuelve para mirar. El dependiente. Su brazo estirado. La mueca. En el mostrador
su dentadura. Se le ha caído. Nadie se mueve. Ni él. Calvo. Sonrisa.
Todos le miran salir. Se interna en las cortinas de lluvia. (Detrás regresa la música, pero sólo por un instante: pronto se pierde, como todo, en las sombras y los reflejos inciertos de luminosidad fragmentada. ¿Estuvo allí, alguna vez?)Ollin localiza por fin el lugar. Un laberinto de bóvedas, torretas, escalerillas, y ductos interminables y retorcidos. El cazareplicantes. Sus oponentes. Los siente al llegar. Los percibe sin saber cómo. Ellos allá están. Ocultos. Aguardando. Inicia la inspección, del lugar, pistola en mano. Sus botines resuenan sobre el piso de aluminio. Óxido. Ecos. Vacío. Deambula durante mucho tiempo por aquel sitio desolado. Inesperadamente, le parece ver siluetas en movimiento. Sombras. Ecos. Sube por una escalera de caracol. Parece infinita. Pisadas. Murmullos. A la corta distancia, un compartimiento con la puerta entreabierta. Brota de allí, luz tenue. En ese mismo corredor, a las afueras de aquel compartimento, alguien. Dos figuras, de pie, inclinadas hacia algo. Observándolo. Extienden las manos hacia el objeto. Le hablan. Le acarician. Ollin se acerca. Es un motor antiguo. Las figuras se descubren siendo espiadas. Advierten la presencia de Ollin. Son los replicantes. La pareja asiática. Se ocultan presurosos en las tinieblas. Ecos. Ollin va tras ellos (ni rastros del niño). Les dispara. El lugar entero se estremece. Siente un empujón. Cae. Rueda por la escalera. Se lastima. (Risas entre las sombras). Aturdido, otea en las penumbras. Descubre a los replicantes. Vienen hacia él. Dando maromas. Unidos, entrelazados por completo, contorsionados, parecen un monstruoso insecto hipertrofiado. Llegan hasta él. Lo obligan por la fuerza, a participar de su grotesco anudamiento. De su abrazo mortífero. Ollin gime. Crujidos. Dolor. Las fotografías caen de sus ropas rasgadas. Aún entre lágrimas, esto le hace reaccionar. Desoye por un instante, aquel llamado frío y casi irresistible. Lucha por liberarse de aquel conglomerado de torsiones. Los replicantes le sienten debatir. Sonríen en la oscuridad. Su brazo, libre ya. Su arma caída. Finalmente la alcanza. Un esfuerzo más. Un acomodo. Dispara. Se desata rotundamente el nudo de cuerpos. Uno de los replicantes. Ella. Se estremece como una muñeca de cuerda, estropeada. Se agita frenéticamente, en una desquiciada epilepsia. Luego se inmoviliza de golpe. Su compañero busca escapar. Corre. Ollin le dispara por la espalda. El hombre da trompicones, cae y se estremece igual. Muere. Ollin intenta recuperarse, pero en eso, siente un dolor agudo en su pierna. Algo le muerde con fiereza. Le araña. Le rasga. Ollin se sacude a la criatura. Esta se aleja escabulléndose. Ollin persigue al ser chillón y rastrero, que se oculta detrás de unos desperdicios industriales. Allí acecha a Ollin. Cuando éste va por esa cosa, el ser furioso quiere volver a saltarle encima. Chillidos. Un nuevo disparo. Silencio. Ollin alumbra al caído. Es el niño buscado. El cazareplicantes se alarma. Consternado, toca el cuerpo, lo revisa. Descubre cables, transistores, lubricantes artificiales. Otro replicante. El tercero. El líder. Ollin no aguarda más. Recupera sus fotografías. Levanta los restos del diminuto replicante, y sale hacia su spinner. Hacía la noche eterna. (Cuando se ha ido ya, varias figuritas emergen de entre las sombras del complejo industrial abandonado. Se dirigen dando saltos, hacia el compartimiento iluminado. La habitación misteriosa. La de la tenue luz. Se asoman allí. Le hablan a alguien que está en el interior. Luego por fin, sale el pequeño niño buscado. Se reúne con las figuritas, con sus replicantes. Se toman todos de la mano. Pronto han hecho una ronda alrededor del viejo motor silencioso. Allí, entre las sombras, giran, danzan y cantan.)
Copyright © Jesús Ademir Morales Rojas. Todos los derechos reservados.
En
la Ciudad de la Noche Eterna
Los caza-replicantes
Ollin y Holden fueron comisionados por el jefe de la policía Bryant para
investigar acerca de grupos de replicantes fugados, que presuntamente se
reunían en forma clandestina en la “Zona Roja” de Los Angeles. Holden recién se
había recuperado de una grave lesión, que lo había tenido fuera de combate
durante meses, y Ollin ocupaba ahora el lugar que había dejado vacante aquel
que fuera el mejor blade runner, Rick Deckard, hoy desaparecido. Fueron
conducidos por el astuto Gaff, por tierra, a bordo de una patrulla disimulada,
hasta el peligroso sitio. Allí, en un intrincado laberinto de calles sucias,
atiborradas de comercios ambulantes, de cualquier tipo de artículos pornográficos,
se despidieron de Gaff, asegurándole que seguirían sus recomendaciones y
consejos; (Gaff por distintas razones, parecía conocer bastante bien los
secretos riesgosos de aquella tierra de nadie).Ollin y Holden, se internaron en
la Zona Roja, ese mundo aparte dentro de la propia ciudad de Los Angeles, en
aquel año de 2023.Tras evadir a persistentes vendedores de chips de placer y
hologramas de sadomasoquismo extremo, decidieron entrar por separado a un
oculto centro de espectáculos hardcore, en donde hombres y mujeres extenuados y
curtidos, practicaban exhibiciones sexuales con grotescas maquinarias llenas de
pistones, palancas y motores ruidosos. Realmente era algo muy duro de
presenciar, y a la larga sólo pocos espectadores permanecieron para ver el final
del show. Ollin y Holden, estaban entre estos últimos, aguardando, a pesar de
cierto asco y malestar, en especial de Ollin; pero era preciso seguir las
pistas brindadas por Gaff, obtenidas a través de los informadores y soplones de
la Zona Roja, con los que mantenía tratos y contactos esporádicos. El
anunciador, un tipo punkie gordo y sin cuerdas vocales, que bramaba con voz
robótica, utilizando un dispositivo en su garganta, y que además por ser
paralítico, e inmensamente voluminoso, era conducido colgando en una pequeña
grúa; dio aviso del próximo número, el final del espectáculo. Era “La danza de
las Eurídices desolladas”, interpretada por la hermosa Siraí. Holden y Ollin,
entre el público presente- sólo tipos duros, llenos de cicatrices y vistiendo
oscuras ropas estrafalarias, de corte variopinto- vieron como ingresaba dando
maromas una mujer alta y muy delgada, con cada centímetro de su cuerpo,
literalmente, cubierto de piercings, a excepción del limpio rostro afro,
increíblemente hermoso, de rasgos delicados y de ambigua sonrisa permanente. A
Ollin le pareció una auténtica estatua de plata, debido a los destellos de los
adornos metálicos que colmaban aquel cuerpo felino. Entonces comenzó una
extraña coreografía, al ritmo de música oriental, que parecía mezclar
insólitamente, bailes rituales africanos, danzas prehispánicas y movimientos
del Trance más oscuro, con ciertos gestos y ademanes del lenguaje de los
sordomudos. Más gente salió decepcionada y un tanto furiosa, ante esta farsa de
algo, que esperaban fuese enfermizo, bizarro y sexualmente torcido. Escasamente
quedaban siete espectadores, contando a los asombrados Ollin y Holden. Enormes
sujetos, con la calva teñida de amarillo fosforescente y con ropas de plástico
transparentes, en ese momento, cerraron disimuladamente las puertas del
improvisado foro, en ese callejón miserable. Holden hizo un gesto incipiente a
Ollin, y se dirigió discretamente tras bambalinas. Allí descubrió a un gigante
albino, con penacho de plumas, que aguardaba algo. Holden se ocultó y no le
perdió de vista. Mientras en el escenario, los sujetos de calva fosforescente
instalaron un tálamo cubierto con una cúpula de cristal de superficie velada,
que sólo permitía ver difusamente la silueta de Siraí que aguardaba en el lecho
con su sinuoso cuerpo relajado. El anunciador, el gordo punkie, hablo de nuevo
entonces: manifestó que estaban seguros los pocos espectadores que quedaban,
que para ellos, era ahora el premio por su paciencia y entrega: la extraña
danza de Siraí era una inusual variación del Test Voight-Kampf, puesta en baile, que contenía mensajes
subliminales que repelían a los seres humanos y que cautivaban a los
replicantes. El punkie decía ahora a los espectadores que su secreto estaba a
salvo: él sabía que eran replicantes, pero que no los denunciaría, que aquél
era un oasis para ellos, un oasis de amor y deseo. En eso, retiraron por un
momento la cubierta de cristal velado, y el hermoso cuerpo lleno de piercings
de Siraí quedo a la vista de los espectadores alucinados. El punkie invitó a
uno de ellos a que pasara a gozar de la danzarina, a la vista de todos. Ollin
estaba impactado, no creía la revelación que le hacían acerca de su supuesta
naturaleza no humana, y el extraño ritual que estaba a punto de presenciar le
azoraba por entero. Mientras Siraí se contorsionaba en el lecho al compás de
orientales melodías, para atraer al replicante indeciso, los calvos forzudos
colocaron de nuevo la campana. Las siluetas unidas hablaron por sí solas. Luego
del primer acto, las luces se atenuaron, retiraron la campana, donde ahora
allí, sólo estaba la mujer sensual tendida como una pantera insatisfecha.
Ollin, no resistió más y se dirigió al tálamo, sin pensar, sólo ardiendo de
confuso deseo. La sonriente danzarina metálica estiró los brazos para
recibirlo. Mientras tanto Holden escuchaba hablar al gigante albino del
penacho, que había estado vigilando, y a quien se le había reunido el punkie,
con la grúa a control que lo sostenía, donde colgaba de un arnés. Holden se
impactó cuando descubrió la fechoría que llevaban a cabo: eran traficantes de
partes de androides, de alguna manera Siraí les provocaba la “muerte” con su
unión sexual, y los restos de los hombres artificiales, los replicantes, eran
retirados pronto para ser desarticulados, desmembrados, y preparados para el tráfico
clandestino de sus componentes. En ese momento el gordo punkie, dueño de ese
circo singular, verdadera trampa mortal, y el traficante principal de la Zona
Roja, el albino gigante, cerraban un trato. Holden ya no esperó más. Era un
blade runner, sí, pero también era un policía, y las reuniones de androides
fugados eran motivadas por ese par de malandrines. De tal suerte que con arma
en mano, se dispuso a detenerlos. Ellos se sorprendieron mucho, al descubrirlo
allí inesperadamente. Más sin embargo, buscaron reaccionar al momento: el
gigante albino arrojó al gordo como un péndulo mortal hacia Holden. Pero este
último ya lo estaba esperando, evadió el golpe tirándose al suelo, mientras el
gordo se hacía papilla al estrellarse contra el muro metálico de aquél callejón
sucio. A la vez Holden, estando tumbado en el suelo, disparó varias cargas
sobre las piernas del gigante, quien cayó abatido como una caña inmensa. Holden
entonces se dirigió presto al escenario para salvar a su compañero Ollin. Sin
que los calvos fosforescentes y forzudos pudieran impedirlo, Holden subió al
escenario y rompió de un cachazo la campana de cristal que cubría al lecho y
sus ocupantes agitados. Holden se consternó al límite al descubrir entre los
fragmentos de cristal a un Ollin agonizante pero persistente en su pasión: los
percings de Siraí se habían vuelto afilados y mortales, al frotarlos ella
voluntariamente, furiosamente, contra el cuerpo de su amante inerme. Holden zafó
al sangrante Ollin del criminal abrazo y lo arrojó al suelo. Allí quedo el
desventurado cazareplicantes encogido entre estertores incontrolables que
presagiaban lo peor. Siraí se lanzó contra Holden, agitando sus miembros hacia
él, con las más nefastas intenciones. Pero Holden le disparó a quemarropa en el
vientre. La danzarina de metal, fue lanzada hacia atrás por la detonación y
allí en el escenario, quedo muerta en el acto. Los replicantes espectadores
insatisfechos en sus deseos, y los furiosos calvos forzudos cómplices del
delito, trataron de linchar a Holden, quien abatió a varios al descargar su
arma en contra de ellos, pero pronto fue levantado por la turba enloquecida y
sometido a una brutal lluvia de golpes y vejaciones. Cuando todo parecía ya
perdido, arribó Gaff con varios contingentes de blade runners y policías,
acudiendo al previo llamado que Holden le había hecho, al descubrir la criminal
conspiración, y luego de un enfrentamiento colosal, los agentes de la ley
lograron imponer el orden en el lugar. Gaff encontró a Holden moribundo, por lo
que solicitó a una ambulancia que lo trasladara a un hospital de inmediato. Luego
fue a ver a Ollin. El cazareplicantes yacía “muerto” encogido en un rincón,
desangrado grotescamente por innumerables heridas. Gaff, al parecer sin
conmoverse, se aproximó al cuerpo y le quitó algo que sujetaba Ollin, al
“fallecer”: sus preciadas fotografías, las de su vida anterior, con su familia.
Su ex mujer y su pequeño hijo. Gaff las guardó en su gabardina, subió a su
vehículo y se internó en las luces sordas de la noche eterna. Mientras, el
inmenso rostro de una Geisha musitadora, del anuncio-holograma de un mudo
dirigible, sonreía al pasar lentamente por el cielo.
Todo lo veía.
Copyright
© Jesús Ademir Morales Rojas. Todos los derechos reservados.
El
Último Destino del Teocuicatl
“Estábamos al borde
mismo del cosmos: me bastaba dar la orden para que mis compañeros androides,
nautas del espacio, maniobraran la nave Teocuicatl más allá de los límites del
universo y traspasáramos su final, a fin de desembocar en la nada o en algo
totalmente inimaginable. Entonces tome aire y…"
"¿¿Dicté
instrucciones??”
“De pronto todo se
oscureció y se hizo un extraño silencio: parecía haberme quedado sólo en aquel
momento, en el cuartel de mandos de la nave. Instintivamente traté de alcanzar
mi arma; sin embargo alguien se me adelantó, y sentí en la espalda la dureza de
un cañón de pistola.”
“Ese alguien me dijo en susurros entonces:
-Capitán Zorba, no
intentes nada, sólo escucha. Tú cruzaste el umbral, sí, pero lo que viste más
allá fue algo tan espantoso, tan demencial, que al transmitir ese conocimiento
a la Tierra, al comunicarles tu experiencia, provocaste el fin de la
civilización humana por obra de la desesperación y la locura que les llevó
hasta la muerte, al oír tu mensaje, al compartir tu visión.”
“Aprovechando que en un
cierto punto, más allá del límite de la realidad, espacio y tiempo, se anudan y
giran sobre sí, la nave Teocuicatl, ha retornado en su marcha hacia un tiempo
primigenio, en donde su aparición inesperada, provocó indirectamente la
gestación de la vida en el cosmos. Luego, este secreto, el de tu experiencia
determinante, el más importante acontecimiento en la historia humana, fue
preservado secretamente como una profecía sagrada, a lo largo de millones de
años. Imagina cuantas vidas se sacrificaron por resguardarlo. La vida entera
del universo y del hombre se ha tenido que repetir por completo, para que yo
llegue hasta aquí, ahora, para impedirte dar esta orden, por un medio u otro- y
aquí hizo sonar el arma presionada sobre mi espalda- aunque eso signifique lo
que tu puedes suponer, tanto para ti, como para mí, y para todos los seres
existentes.”
“¡Decide ahora, Capitán Zorba!”
-Está bien, no avanzaré, daré marcha atrás, no
traspasaré el límite…-concedí sin remedio.
-Buen chico, te conozco, te conozco…
Lentamente los susurros se perdieron en el silencio,
y el contacto frío en mi espalda cesó.
La iluminación retornó a fulgurazos, hasta que se
estabilizó por completo.
Mis compañeros nautas
androides, allí estaban de nuevo en sus puestos en los mandos de la nave y
observaban a la expectativa de mis próximas instrucciones.
-No avanzaremos más, hay que retroceder por la ruta
que hemos llevado, ahora mismo.
-Sí, señor-obedecieron
estupefactos, disponiéndose a desandar la ruta sideral, que tanto nos había
costado recorrer.
Yo no quise comentarles
mi insólita experiencia, y salí presuroso de la cabina de mandos.
Mientras me apresuraba
a mi camarote contemplé la negrura del espacio, a través de la superficie
cristalina de la cubierta del casco de la astronave Teocuicatl.
¿Quién me había
hablado? La voz de aquel intruso era un tanto conocida, y a la vez totalmente
ajena con referencia a cualquier tripulante de la nave.
Pero sí, un tanto conocida, tan conocida que…
Repentinamente, el
percatarme de la tragedia ingente provocada, me hizo trompicar al entrar presto
y trémulo a mi camarote.
Si la nave, al
retroceder en el tiempo, había provocado hace millones de años la aparición de
la vida en el cosmos…y si ahora esa posibilidad había sido clausurada por el
retroceso que yo mismo había instruido… entonces….
***
-¡Capitán! ¡Capitán Zorba!
Le interrumpió en sus pensamientos un androide nauta
que llegaba raudo y consternado.
-¿Q-Que pasa?
-Hemos perdido la
comunicación con todos los planetas habitados…de pronto todos los hombres han
comenzado a quejarse en agonía, y luego desaparecer…algo terrible ha sucedido
allá.
El Capitán no dijo nada, solo se quedó cabizbajo
Ante esta nula respuesta,
el joven nauta, confundido y atribulado, se alejó corriendo por el pasillo
metálico.
El capitán Zorba,
luego, al sentirse ya sólo, alzó la vista nublada en lágrimas desesperadas y se
miró en el espejo
“Te conozco: eres un
buen chico…"
Su reflejo en el
cristal le sonrió con burla, y le miró con un odio infinito.
“Te conozco”
Copyright
© Jesús Ademir Morales Rojas. Todos los derechos reservados.
Jesús Ademir Morales
Rojas, escritor mexicano, nace el 7 de agosto de 1973.
Actualmente estudia en la Universidad
Claustro de Sor Juana, Diplomado de Historia del Arte. En 1995 fue tallerista
de creación literaria en Casa del Lago
de la UN Museo del Chopo. Y entre
1992 - 2003 fue pasante en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) Filosofía
y Letras.
Posee una vasta
producción literaria donde destacan los ensayos:
ARTÍCULOS
PUBLICADOS EN EL PERIÓDICO MILENIO-Suplemento Generación M
- Atreverse a ser: La Invención más admirable de
Leonardo Da Vinci (Agosto 2006)
- La sabiduría mexicana (Septiembre 2006)
- La muerte y la libertad (Octubre 2006)
- Prometeo insurrecto en seis aforismos (Noviembre
2006)
- Por el lado oscuro del camino (Febrero 2007)
- Breve Tributo a la Utopía (Marzo 2007)
Colaborador
habitual en las siguientes publicaciones electrónicas
Blade Runner:
http://www.geocities.com/hollywood/boulevard/7920/
Cybercultura:
http://experimentegamelab.blogspot.com/
Actualidad
tecno-informática:
http://tecnoliberacion.blogspot.com/
TRABAJOS
ACADÉMICOS
Traducciones al español encomendadas por la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM para
su acervo documental, y realizadas en 2006:
Introducción al
libro, “Crisis in the life of an actress
and other essays on drama” by Soren Kierkegaard, Lonon Cox&Wyman, 1967
Introducción al
libro, “The living thoughts of
Kierkegaard” (Antology of texts of Soren Kierkegaard) by W.H. Auden, New
York Review of Books, 1999
PUBLICACIONES
EN LA RED (Ensayos,
Cuentos y Relatos)
› En La Ciudad De La Noche Eterna
› El último Destino Del Teocuicatl
› La Ruta Extraviada Del Teocuicatl
› Alondra: En Vuelo Sobre Los ínferos Del Ser
› Tríptico
› La Cabeza De Pájaro, De Ojos Vacíos
› Blade Runner En Heráclito: El Asomo Del No Ser
Como Esperanza
› Ecos Del Mundo Antiguo Iv
› Blade Runner: La Pregunta Como Forma De Ser
› Alien: El Extraño Ser Que Habita En Nosotros.
› Cinco Variaciones
› Los Monstruos De Lovecraft
› El Jardín De Las Delicias
› K En El Castillo
› El Alfabeto Del Delirio: Apuntes Sobre David Lynch
› Indiferencia
› El Ardid (infierno 8)
› La Rosa Azul
› Improvisación
› El Caballero Y El Dragón
› Los Secretos Delirios De Antígona
› El Sortilegio De La Espada En El Manantial
› Los Ocultos Motivos Del Silencio
› La Oscura Senda Del Extravío
› Alguien Susurra En La Playa Vacía
› No Me Quieras: ¡quiere! – Apuntes Sobre Alfonsina
Storni
› Castigo Ii
› Breves Acotaciones Del Infierno Vii- Avaricia
› La Voluntad De Amar
› El Sable Fugaz, Al Filo Del Viento
› El Extraño Que Surge De La Selva Sombría.
› La Agonía De Existir
› La Eterna Sonrisa En La Oscuridad
› Dina Bellrham: La Oscura Libélula Que Arde En Luz
› El Intruso
› Breves Acotaciones Del Infierno Vi-la Gula
› La Pequeña Ciudad Del Tiempo Perdido
› El Sátiro De Tarsis
› El último Beso De Venus.
› Breves Acotaciones Del Infierno V-lujuria
› La Bestia De Los Mil Rostros
› Fuera De La Taberna: La Noche Y Ayanami.
› Breves Acotaciones Del Infierno Iv-el Limbo
› Breves Acotaciones Del Infierno Iii-caronte Y La
Barca
› Ecos Del Mundo Antiguo Iii
› Breves Acotaciones Del Infierno Ii-el Enviado
› Breves Acotaciones Del Infierno- El Extravío
› Ecos Del Mundo Antiguo Ii.
› El Espejo De Dionisos.
› Ecos Del Mundo Antiguo.
› El Canto Del Sileno Cautivo.
› Alicia Y El Sueño Del Rey Rojo.
› Inocencia.
› La Insoportable Persistencia Del Ser.
› Castigo.
› La Vuelta A Arcadia.
› Entre El Delirio Y La Genialidad: Poe Y Feyerabend
Tomándose Un Trago.
› La Muerte De Sócrates.
› La Sabiduría Mexicana.
› La Muerte Y La Libertad.
› La Región Sombría ( Rulfo, Colli, Los Murmullos Y
El Silencio).
› La Mirada De Citerea.
› Contra La Tiranía De La Revolución.
› Kirilov El Suicida.
› Jaque A La Muerte.
› México En La Obra De Francisco Toledo.
› El Legado Clásico Frente A La Barbarie.
› Gummo: El Anhelo De Muerte.
› La Juventud, Su Expresión Y Su Mundo.
› Todos Somos Juan Preciado.
› El Mexicano, Su Soledad Y La Muerte.
› El Enigmático Vuelo De ícaro.
› La Muerte Y La Piedad.
› La Invención Más Admirable De Leonardo Da Vinci.
› Por El Lado Oscuro Del Camino.
› Ofelia, Las Flores, El Arroyo…
› Cinco Aproximaciones A Dante Y Su Desamor.
› Prometeo Insurrecto En Seis Aforismos.
ENLACES
DEL AUTOR:
PÁGINAS
WEB PROPIAS
http://blogs.escritorium.com/el-laberinto-del-replicante/
http://unclarodelbosque.blogspot.com/
http://www.escritorium.com/autor-170/jesus-ademir-morales-rojas/
SU
COMENTARIO:
Cursé estudios de Filosofía en la Universidad
Nacional Autónoma de México, y de arte y literatura en otras instituciones
culturales.
(En el fondo soy un feliz autodidacta de librerías
de viejo.)
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