Tuesday, November 04, 2008

ALEXANDRA BOTTO



JACOBY
ALEXANDRA BOTTO



13 de Julio, jueves

Había escuchado toda clase de historias sobre encuentros y desencuentros en la red, pero hacer clic en mi computadora y ver reaparecer a Gustavo Jacoby, después de más de veinte años, me pareció casi un milagro cibernético. Mi mejor amiga dijo que no era más que un pinche reencuentro, más o menos igual o peor que lo que hubiera logrado poniendo un aviso personal en el periódico, buscándolo, y que el milagro iba ser que lo reconociera después de tanto tiempo, que con suerte todavía tendría cabello en la nuca y no habría engordado. También se cagó de la risa cuando leyó mi aviso en el site de citas:

Mexicana,
adoro a los Beatles, el buen cine y la comida china.
Educada y expuesta en y a la cultura Pop de los setentas,
busca similar y globalifóbica pareja.
Use condón y que no fume.

Pero así es ella, el hemisferio que predomina en su cerebro es el práctico, por algo no se ha casado. Además yo no puse mi anuncio para encontrar a Gustavo, él vio mi foto y me reconoció, y le creo cuando me contó en su mail que no se ve tan mal ahora pero que prefiere darme la sorpresa. Mañana nos reuniremos en Zacatecas.
Tengo esperanzas, tiene buena ortografía.


14 de Julio, viernes


El autobús salió muy puntual. El camino es tan desértico que la visión de la tierra blanca y árida se prolongó por horas. No teníamos más de 14 años cuando Gustavo y yo nos conocimos a finales de los setentas, mientras gastábamos nuestra mesada en los juegos mecánicos y donde coincidíamos los fines de semana. Rubio y demasiado flaco para mi gusto, resulté inmune a sus ojos verdes. Cuando me di cuenta de que se sentía atraído por mí le dije que le daría un beso si resistía más de cinco vueltas en el Ratón Loco. Al bajarse de la octava sacudida comenzó a vomitar. Pensé que me había librado de él, que no lo vería más tratando de impactarse contra mí en los Carritos Chocones. A esa edad apenas me estaban creciendo los pechos y ya tenía suficiente trauma observando que no crecían al mismo ritmo y escuchar a los cuatro de Liverpool me distraía bastante del problema…hasta que se enteró Gustavo de mi afición por esa banda sesentera y se plantó una noche frente a mi casa para cantar a capela : Let it be.
Mi vecina se enamoró instantáneamente de él, mi padre me acusó de estar “ noviando “, mi madre me castigó sin salir una semana, mi hermano dijo que iba a golpearlo, mi prima me tuvo envidia, mi abuela dijo que me pintaba los ojos como mapache y el perro ladró todo el tiempo que Gustavo estuvo cantando.

When I find myself in times of troubles
Mother Mary comes to me
Speaking words of wisdom, let it be
And in my hour of darkness
She is standing right in front of me
Speaking words of wisdom
Let it be

Pero la Madre Mary nunca vino a consolarme de nada .
Mirando por la ventanilla es fácil adivinar cuándo vamos entrando a Zacatecas porque la tierra comienza a ponerse colorada. Al llegar a la central de autobuses abordé un taxi que me llevó a un hotel en el Centro Histórico. Desde mi habitación eran visibles las torres coloniales de las iglesias y las calles empedradas. Me adormecí mientras en el Discovery Channel pasaron un programa sobre elefantes.
Recuerdo a un Gustavo divertido después de esa serenata de softrock, esperando por mí a la salida de la escuela, día tras día. Hablábamos de seres mitológicos y de fantasmas, de conocer el mundo (y de cambiarlo) y de las raíces judías de su apellido Jacoby

Do you want to know a secret?

You ‘ll never know how much I really love you
You ‘ll never know how much I really care

Listen, do you want to know a secret
Do you promise not to tell
Wo-oh-oh-ho closer
Let me whisper in your ear
Say the words you long to hear...

-Los judíos la tienen bien grande, quieres verla?-preguntó.

Dijo que no me iba a arrepentir, que ya tenía experiencia, que lo iba a hacer despacio, que no me diera vergüenza, que no iba a salir embarazada …y que no me iba a doler.
Pero no era tan grande ni estaba circuncidado-asi que tampoco era judío-, a decir verdad eso de que lo iba a hacer despacio salió sobrando, pues ni siquiera se movió cuando finalmente logró penetrarme. Y fueron segundos. Y por supuesto que me dolió.
Siempre le dije que veía sus ojos azules, él replicaba que eran verdes. El día que le di la razón no percibió que no volveríamos a vernos. Mi familia se mudó a un municipio cercano y no me tomé la molestia de avisarle. Quién querría tener a Gustavo Jacoby dando lata todo el tiempo cuando se tiene 15 años ?

En este cuarto de hotel espero por Gustavo.

15 de Julio, sábado

El llegó tres horas después que yo. Ocupó la habitación contigua y pensó que estaría dormida. Bajé al Lobby luego de ducharme y pregunté por él. Le llamé desde la recepción. Su voz era ronca y desconocida, me dijo que bajaría en diez minutos, que vestía un pantalón de mezclilla y una chaqueta negra de piel, de pi-el. Sí, sí entendí, mucho más allá del énfasis y de su accesorio. Somos dos adultos ahora, pensé.
Dos hombres bajaron, uno de ellos fumaba y usaba un saco oscuro, pero no era rubio.
Me alisé la falda gris y me acomodé el cuello de mi suéter, me pregunté si no me vería muy formal. Entonces lo vi bajar las escaleras. Mi primer impulso fue meterme al baño de damas y escapar por una ventana, el segundo fue quitarme los zapatos y echar a correr y el tercero me halló a mi misma balbuceando un estúpido Hola, eres tú, Gustavo?
La chamarra de piel que usaba apenas cubría su enorme estómago, un bigote castaño cenizo cubría casi por completo su labio superior y había más cabello gris que rubio en su cabeza.
Asi que gordo, bigotón y con acné. Su cara estaba tachonada de granos…
Oye, no estabas así antes…-dije con cuidado, ( lo hice? Pregunté yo eso? No se suponía que nos abrazaríamos cariñosamente y nos diríamos qué días aquéllos? )
-No, no estaba así, -dijo-y se pasó una mano por la mejilla.-La que me quiera que me quiera así.
Sonreímos. Dijo que me veía muy delgada. Fuimos a un bar junto a una casa abandonada.
Una terrible música grupera era audible desde el piso superior. No tomamos más de dos cervezas. Caminamos de regreso al hotel. Gustavo no me cree que tengo frío. Me duelen los oídos, los huesos, todo. Él preguntó amablemente por mi padre, le conté que ya había muerto, que tengo dos hijos de mi último matrimonio y que trabajo en un laboratorio de análisis clínicos. Gustavo me habló de sus hijos , de la esposa que se regresó a vivir a Alemania y lo dejó con los niños, de sus negocios en Guanajuato y sus viajes a Estados Unidos.
Detuve a un taxi y lo abordamos. El imbécil que conduce nos pregunta que si tenemos frío. Yo no cesaba de repetirle a Jacoby que soy un animal de sangre y tierra caliente.
- En Zacatecas sólo hay dos estaciones-dijo el chofer- la del tren y la de frío.
Gustavo lo ignora. Observa mi pequeño diario de viaje, pregunta a quemarropa si todavía escribo. Sí, le contesto, cuentos cortos. Me sé uno de memoria, quieres oírlo?

Jack el Destripador:

Entonces pasaron los años. Los cuervos emigraron a otros ojos y la tela del vestido fue cayéndose a pedazos. La cicatriz del rasguño de la última víctima era casi invisible.
Y no le recordaba nada.

Él me preguntó por el desenlace. Te dije que eran cortos, ya se acabó, le contesté.
De qué color tienes los ojos, Gustavo Jacoby? Lo miré con curiosidad.
Creo que la última vez eran azules, ahora ya están cansados, dijo como pensando en voz alta.
No, la última vez te di la razón. Los tienes verdes, concluí.

De regreso en el hotel nos despedimos con una reacción química que mi mejor amiga calificaría como indiferencia hormonal, no apta para apareamientos espontáneos y de ninguna clase. En mi cama me hundo suavemente hasta quedarme dormida. Sueño que un muchacho joven me repite que-ángeles o demonios-siempre son gárgolas las cabezas de piedra que adornan las afiladas torres de las iglesias. La visión recorre pisos de cemento oscuro, con escombros en todos los rincones.

16 de Julio, domingo

Hemos desayunado en un sitio muy acogedor. Traigo mi vestido verde y es fresca la mañana. Estuvo delicioso el café de olla. Y sostuvimos una conversación light.
Ya hemos empacado. Nos vamos.
En la central de autobuses nos despedimos. El señor en que se ha convertido el galán de mi adolescencia luce demasiado viejo, nunca mencionó a los Beatles ni tenía los ojos verdes o azules. No creo que nos volvamos a ver. Me acomodo en mi asiento , será un recorrido largo. Me pregunto si habré redactado bien el anuncio. Junto a mí se ha sentado un hombre joven, muy atractivo. Escucho los mensajes del buzón de mi teléfono celular, el primero es de mi amiga, claro. Y pensar que de niña, cuando éramos vecinas, se enamoró de Gus.
Su voz sonaba demasiado amable: háblame cuando llegues.
Los siguientes son de mi madre y de los niños, ambos bandos quejándose mutuamente.

17 de Julio, San Lunes

Mi amigota ha llamado cuatro veces. Estoy pensando qué voy a decirle.
Le diré que en vez de ver a Gus me topé con su padre, que me lo tiré y que todo quedó en familia.
Frente a mi computadora corrijo el aviso en el site, quiero ser más específica,

Mexicana
Adoro a los Beatles, el cine de arte y la comida china
Educada y expuesta en y a la cultura Pop de los setentas,
busco similar y globalifóbica pareja.
Use condón y que no fume.
(Segundo Lugar concurso de Cuento de La Rocka, Monterrey , N.L., 2005.)


Alexandra Botto
Monterrey, Nuevo León 1964
Su trabajo poético y narrativa han sido incluidos en varias antologías de cuento y poesía en México y España,también publicado en revistas literarias y periódicos nacionales. Fundadora del Proyecto Editorial Homo Scriptum. Mención de honor en poesía por La Fundación para las Artes, Tepic, Nayarit 1992. Segundo Lugar concurso de Cuento de La RockaMonterrey , N.L., 2005.



























2 comments:

Ricardo Juan Benítez said...

Alexandra, tu estilo irreverente y fresco es un soplo de aire fresco en la literatura latinoamericana. Gracias por participar.

Anonymous said...

Qué buenos cuentos!! Personalmente soy admirador de esa "oralidad" tan chispeante en los narradores mexicanos, cuando es bien utilizada.

Saludos.