Leyenda
del volcán
(Leyendas
de Guatemala)
Miguel
Ángel Asturias
Seis hombres poblaron
la Tierra de los Árboles: los tres que venían en el viento y los tres que
venían en el agua, aunque no se veían más que tres. Tres estaban escondidos en
el río y sólo les veían los que venían en el viento cuando bajaban del monte a
beber agua.
Seis hombres poblaron
la Tierra de los Árboles.
Los tres que venían en
el viento correteaban en la libertad de las campiñas sembradas de maravillas.
Los tres que venían en
el agua se colgaban de las ramas de los árboles copiados en el río a morder las
frutas o a espantar los pájaros, que eran muchos y de todos colores.
Los tres que venían en
el viento despertaban a la tierra, como los pájaros, antes que saliera el sol,
y anochecido, los tres que venían en el agua se tendían como los peces en el
fondo del río sobre las yerbas pálidas y elásticas, fingiendo gran fatiga;
acostaban a la tierra antes que cayera el sol.
Los tres que venían en
el viento, como los pájaros, se alimentaban de frutas.
Los tres que venían en
el agua, como los peces, se alimentaban de estrellas.
Los tres que venían en
el viento pasaban la noche en los bosques, bajo las hojas que las culebras
perdidizas removían a instantes o en lo alto de las ramas, entre ardillas,
pizotes, micos, micoleones, garrobos y mapaches.
Y los tres que venían
en el agua, ocultos en la flor de las pozas o en las madrigueras de lagartos
que libraban batallas como sueños o anclaban a dormir como piraguas.
Y en los árboles que
venían en el viento y pasaban en el agua, los tres que venían en el viento, los
tres que venían en el agua, mitigaban el hambre sin separar los frutos buenos
de los malos, porque a los primeros hombres les fue dado comprender que no hay
fruto malo; todos son sangre de la tierra, dulcificada o avinagrada, según el
árbol que la tiene.
-¡Nido!…
Pió Monte en un Ave.
Uno de los del viento
volvió a ver y sus compañeros le llamaron Nido.
Monte en un Ave era el
recuerdo de su madre y su padre, bestia color de agua llovida que mataron en el
mar para ganar la tierra, de pupilas doradas que guardaban al fondo dos
crucecitas negras, olorosas a pescado femenina como dedo meñique.
A su muerte ganaron la
costa húmeda, surgiendo en el paisaje de la playa, que tenía cierta tonalidad
de ensalmo: los chopos dispersos y lejanos los bosques, las montañas, el río
que en el panorama del valle se iba quedando inmóvil… ¡La Tierra de los
Árboles!
Avanzaron sin
dificultad por aquella naturaleza costeña fina como la luz de los diamantes,
hasta la coronilla verde de los cabazos próximos y al acercarse al río la
primera vez, a mitigar la sed, vieron caer tres hombres al agua.
Nido calmó a sus
compañeros -extrañas plantas móviles-, que miraban sus retratos en el río sin
poder hablar.
-¡Son nuestras
máscaras, tras ellas se ocultan nuestras caras! ¡Son nuestros dobles, con ellos
nos podemos disfrazar! ¡Son nuestra madre, nuestro padre, Monte en un Ave, que
matamos para ganar la tierra! ¡Nuestro nahual! ¡Nuestro natal!
La selva prologaba el
mar en tierra firme. Aire líquido, hialino casi bajo las ramas, con
trasparencias azules en el claroscuro de la superficie y verdes de fruta en lo
profundo.
Como si se acabara de
retirar el mar, se veía el agua hecha luz en cada hoja, en cada bejuco, en cada
reptil, en cada flor, en cada insecto…
La selva continuaba
hacia el Volcán henchida, tupida, crecida, crepitante, con estéril fecundidad
de víbora: océano de hojas reventando en rocas o anegado en pastos, donde las
huellas de los plantígrados dibujaban mariposas y leucocitos el sol.
Algo que se quebró en
las nubes sacó a los tres hombres de su deslumbramiento.
Dos montañas movían los
párpados a un paso del río:
La que llamaban
Cabrakán, montaña capacitada para tronchar una selva entre sus brazos y
levantar una ciudad sobre sus hombros, escupió saliva de fuego hasta encender
la tierra.
Y la incendió.
La que llamaban
Hurakán, montaña de nubes, subió al volcán a pelar el cráter con la uñas.
El cielo repentinamente
nublado, detenido el día sin sol, amilanadas las aves que escapaban por cientos
de canastos, apenas se oía el grito de los tres hombres que venían en el
viento, indefensos como los árboles sobre la tierra tibia.
En las tinieblas huían
los monos, quedando de su fuga el eco perdido entre las ramas. Como
exhalaciones pasaban los venados. En grandes remolinos se enredaban los coches
de monte, torpes, con las pupilas cenicientas.
Huían los coyotes,
desnudando los dientes en la sombra al rozarse unos con otros, ¡qué largo
escalofrío…!
Huían los camaleones,
cambiando de colores por el miedo; los tacuazines, las iguanas, los tepescuintles,
los conejos, los murciélagos, los sapos, los cangrejos, los cutetes, las
taltuzas, los pizotes, los chinchintores, cuya sombra mata.
Huían los cantiles,
seguidos de las víboras de cascabel, que con las culebras silbadoras y las
cuereadoras dejaban a lo largo de la cordillera la impresión salvaje de una
fuga en diligencia. El silbo penetrante uníase al ruido de los cascabeles y al
chasquido de las cuereadoras que aquí y allá enterraban la cabeza, descargando
latigazazos para abrirse campo.
Huían los camaleones,
huían las dantas, huían los basiliscos, que en ese tiempo mataban con la
mirada; los jaguares (follajes salpicados de sol), los pumas de pelambre dócil,
los lagartos, los topos, las tortugas, los ratones, los zorrillos, los armados,
los puercoespines, las moscas, las hormigas…
Y a grandes saltos
empezaron a huir las piedras, dando contra las ceibas, que caían como gallinas
muertas y a todo correr, las aguas, llevando en las encías una gran sed blanca,
perseguidas por la sangre venosa de la tierra, lava quemante que borraba las
huellas de las patas de los venados, de los conejos, de los pumas, de los
jaguares, de los coyotes; las huellas de los peces en el río hirviente; las
huellas de la aves en el espacio que alumbraba un polvito de luz quemada, de
ceniza de luz, en la visión del mar. Cayeron en las manos de la tierra, mendiga
ciega que no sabiendo que eran estrellas, por no quemarse, las apagó.
Nido vio desaparecer a
sus compañeros, arrebatados por el viento, y a sus dobles, en el agua arrebatados
por el fuego, a través de maizales que caían del cielo en los relámpagos, y
cuando estuvo solo vivió el Símbolo. Dice el Símbolo: Hubo en un siglo un día
que duro muchos siglos.
Un día que fue todo
mediodía, un día de cristal intacto, clarísimo, sin crepúsculo ni aurora.
-Nido -le dijo el
corazón-, al final de este camino…
Y no continuó porque
una golondrina pasó muy cerca para oír lo que decía.
Y en vano esperó
después la voz de su corazón, renaciendo en cambio, a manera de otra voz en su
alma, el deseo de andar hacia un país desconocido.
Oyó que le llamaban. Al
sin fin de un caminito, pintado en el paisaje como el de un pan de culebra le
llamaba una voz muy honda.
Las arenas del camino,
al pasar él convertíanse en alas, y era de ver cómo a sus espaldas se alzaba al
cielo un listón blanco, sin dejar huella en la tierra.
Anduvo y anduvo…
Adelante, un repique
circundó los espacios. Las campanas entre las nubes repetían su nombre:
¡Nido! ¡Nido!
¡Nido!
¡Nido! ¡Nido! ¡Nido!
¡Nido!
Los árboles se poblaron
de nidos. Y vio un santo, una azucena y un niño. Santo, flor, y niño la
trinidad le recibía. Y oyó:
¡Nido, quiero que me
levantes un templo!
La voz se deshizo como
manojo de rosas sacudidas al viento y florecieron azucenas en la mano del santo
y sonrisas en la boca del niño.
Dulce regreso de aquel
país lejano en medio de una nube de abalorio. El Volcán apagaba sus entrañas
-en su interior había llorado a cántaros la tierra lágrimas recogidas en un
lago, y Nido, que era joven, después de un día que duró muchos siglos, volvió viejo,
no quedándole tiempo sino para fundar un pueblo de cien casitas alrededor de un
templo.
Miguel Ángel Asturias
Rosales (Ciudad de Guatemala, Guatemala; 19 de
octubre de 1899-Madrid, España, 9 de junio de 1974) fue un escritor, periodista
y diplomático guatemalteco que contribuyó al desarrollo de la literatura
latinoamericana, influyó en la cultura occidental y, al mismo tiempo, llamó la
atención sobre la importancia de las culturas indígenas, especialmente las de
su país natal, Guatemala.
Aunque Asturias nació y
se crio en Guatemala, vivió una parte importante de su vida adulta en el
extranjero. Durante su primera estancia en París, en la década de los años
1920, estudió antropología y mitología indígena. Algunos científicos lo
consideran el primer novelista latinoamericano en mostrar cómo el estudio de la
antropología y de la lingüística podía influir en la literatura. En París,
Asturias también se asoció con el movimiento surrealista. Se le atribuye la
introducción de muchas características del estilo modernista en las letras
latinoamericanas. Como tal, fue un importante precursor del boom latinoamericano
de los años 1960 y 1970.
En El señor presidente, una de sus novelas más famosas, Asturias
describe la vida bajo la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, quien gobernó en
Guatemala entre 1898 y 1920. Su oposición pública lo llevó al exilio, por lo
que tuvo que pasar gran parte de su vida en el extranjero, sobre todo en
América del Sur y Europa. La novela Hombres
de maíz, que se describe a veces como su obra maestra, es una defensa de la
cultura maya. Asturias sintetiza su amplio conocimiento de las creencias mayas
con sus convicciones políticas para canalizar ambas hacia una vida de
compromiso y solidaridad. Su obra es a menudo identificada con las
aspiraciones sociales y morales de la población guatemalteca.
Tras décadas de exilio
y marginación, Asturias finalmente obtuvo amplio reconocimiento en los años
1960. En 1965 ganó el Premio Lenin de la
Paz de la Unión Soviética. Luego en 1967 recibió el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose así en el tercer autor
americano no estadounidense en recibir este honor —tras Gabriela Mistral en
1945 y Saint-John Perse en 1960— y el segundo latinoamericano. Asturias pasó
sus últimos años en Madrid, donde murió a la edad de 74 años. Fue enterrado en
el cementerio de Père Lachaise en París.
Biografía
Vida temprana y
educación
Nació en la Ciudad de
Guatemala el 19 de octubre de 1899, como el primer hijo de Ernesto Asturias
Girón, abogado y juez, y María Rosales de Asturias, maestra de escuela. Su
hermano Marco Antonio nació dos años después. Los padres de Asturias eran de
ascendencia española, y relativamente distinguidos: su padre podía trazar su
línea familiar hasta los colonos que habían llegado a Guatemala en la década de
1660; su madre, con una ascendencia más difusa, era la hija de un coronel. En
1905, cuando Asturias tenía seis años, la familia se trasladó a la casa de sus
abuelos donde vivieron un estilo de vida más cómodo.
A pesar de su posición
relativamente privilegiada, el padre de Asturias se opuso a la dictadura del
presidente Manuel Estrada Cabrera, quien había llegado al poder en febrero de
1898. Como Asturias recordó más tarde: «Mis padres eran bastante perseguidos,
pero no eran conjurados ni cosa que se parezca». Tras un incidente en 1904, en
el que el padre de Asturias, en su calidad de juez, puso en libertad a algunos
estudiantes detenidos por causar disturbios, se enfrentó directamente con el
dictador, y perdió su empleo. En 1905, la familia se vio obligada a trasladarse
a la ciudad de Salamá, la cabecera departamental de Baja Verapaz, donde Miguel
Ángel Asturias vivió en la granja de sus abuelos. Fue aquí que Asturias por
primera vez entró en contacto con la población indígena de Guatemala; su
niñera, Lola Reyes, era una joven indígena que le contaba historias, mitos y
leyendas de su cultura, que más tarde tendrían una gran influencia en su obra.
En 1908, cuando
Asturias tenía nueve años, regresó con su familia a los suburbios de la Ciudad
de Guatemala. Establecieron una tienda de suministros en el barrio de La
Parroquia Vieja, donde pasó su adolescencia. Asturias asistió al Colegio del Padre Pedro y después al Colegio del Padre Solís; cuando era
estudiante comenzó a escribir y realizó el primer borrador de una historia que
más tarde se convertiría en la novela El
señor presidente.15 Finalmente, obtuvo su bachillerato en Ciencias y Letras en el Instituto Nacional
Central para Varones.
En 1922, junto con
otros estudiantes, fundó la Universidad
Popular, un proyecto comunitario según el cual «la clase media se anima a
contribuir al bienestar general, mediante la enseñanza de cursos gratuitos para
los más desfavorecidos». Pasó un año estudiando medicina antes de pasar a la Escuela Facultativa de Derecho y Notariado
de la Universidad Nacional. Obtuvo su título de abogado en 1923 y recibió
el Premio Gálvez para su tesis sobre
la problemática de los indígenas. Recibió también el Premio Falla por ser el mejor estudiante de su facultad. Fue en la Universidad Nacional que fundó la Asociación de Estudiantes Universitarios
y la Asociación de estudiantes El Derecho, además de participar
activamente en La Tribuna del Partido
Unionista. Este último grupo fue el que en última instancia derrocó a la
dictadura de Manuel Estrada Cabrera en 1920. En referencia a su obra literaria,
la participación de Asturias en todas estas organizaciones influenció muchas de
las escenas en las novelas El Señor
Presidente y Viernes de Dolores.
Asturias se involucró en la política trabajando como representante de la Asociación General de Estudiantes
Universitarios, y viajó a El Salvador y Honduras para su nuevo empleo. En
1920, mientras estaba en el Instituto
Nacional Central para Varones participó en el levantamiento contra Manuel
Estrada Cabrera, organizando huelgas. Asturias y sus compañeros de clase,
formaron lo que ahora se conoce como «La Generación del 20».
La tesis universitaria
de Asturias, «El problema social del indio», fue publicada en 1923. En 1923,
después de recibir su título de abogado, viajó a Europa. En París estudió
etnología en la Sorbona —Universidad de París— y se convirtió en un
surrealista dedicado bajo la influencia del poeta y teórico de la literatura
francesa André Breton. En París fue
también influenciado por el círculo de escritores y artistas de Montparnasse y
comenzó a escribir poesía y ficción. Durante este tiempo desarrolló una profunda
preocupación por la cultura maya y en 1925 comenzó con la traducción al español
del Popol Vuh, el texto sagrado de
los mayas, un proyecto al que se dedicó durante cuarenta años. También fundó
la revista Nuevos Tiempos mientras
estaba en París. Se quedó en París durante diez años.
En 1930 publicó su
primer libro Leyendas de Guatemala.
Dos años más tarde, en París, Asturias recibió el Premio Sylla Monsegur para la traducción al francés de Leyendas de Guatemala y el 14 de julio
de 1933 regresó a Guatemala.
Carrera política
Cuando Asturias regresó
a su país natal en 1933, tuvo su primer encuentro con el dictador Jorge Ubico y
su régimen que no iba a tolerar sus ideales políticos. Ubico cerró la Universidad Popular que Asturias había
fundado en 1922. En 1933 Asturias trabajó como periodista. Fundó y editó una
«revista» de radio llamado El diario del
aire. Escribió varios volúmenes de poesía en esta época, siendo Sonetos el primero, publicado en 1936.
En 1942, fue elegido
diputado al Congreso Nacional. Tras la caída del régimen de Jorge Ubico y la
elección del presidente reformista Juan José Arévalo en 1944, Asturias comenzó
una carrera diplomática en 1946, sin dejar de escribir durante su servicio en
varios países de América Central y América del Sur. Asturias tuvo puestos
diplomáticos en Buenos Aires en 1947 y en París en 1952.
Familia
Miguel Ángel Asturias
se casó con Clemencia Amado en 1939. Tuvieron dos hijos, Miguel Ángel y
Rodrigo. Se divorciaron en 1947. Asturias se casó por segunda vez con Blanca
Mora y Araujo, en 1950. Como Mora y Araujo era argentina, cuando Asturias fue
expatriado de Guatemala en 1954, se fueron a vivir a Buenos Aires donde
permanecieron ocho años. Asturias dedicó su obra Week-end en Guatemala a su
esposa, Blanca, después de que fuera publicado en 1956. Permanecieron casados
hasta la muerte de Asturias en 1974.
Rodrigo Asturias Amado,
hijo de su primer matrimonio, fue comandante guerrillero de la ORPA e
integrante de la Unidad Revolucionaria
Nacional Guatemalteca (URNG). Rodrigo Asturias adoptó el nombre de guerra Gaspar Ilom, el nombre de un indígena
rebelde en Hombres de maíz, la novela
de su padre. La URNG fue una organización guerrillera que se opuso a los
gobiernos militares de la década de 1980 durante la Guerra Civil de Guatemala. Tras la firma de los acuerdos de paz en
1996 la URNG se convirtió en un partido político.
Exilio y rehabilitación
Tumba de Miguel Ángel
Asturias en el cementerio de Père Lachaise en París, Francia, coronada con una
réplica de la Estela 14 de Ceibal.
Miguel Ángel Asturias
dedicó gran parte de su energía política apoyando al gobierno de Jacobo Arbenz,
el sucesor electo del presidente Juan José Arévalo.34 Tras la caída del
gobierno de Jacobo Arbenz, el nuevo mandatario Coronel Carlos Castillo Armas,
ordenó que Asturias fuera despojado de su nacionalidad guatemalteca y expulsado
del país por su apoyo al anterior gobierno. Durante los siguientes ocho años,
Asturias vivió en exilio en Buenos Aires y Chile. Después de un cambio de
gobierno en Argentina, una vez más tuvo que buscar un nuevo hogar, y se
trasladó a Europa. Mientras vivía en exilio en Génova su reputación como autor
creció con la publicación de su novela Mulata de tal (1963).
En 1966 el presidente
electo Julio César Méndez Montenegro llegó al poder en Guatemala y rehabilitó a
Asturias: le fue devuelta su ciudadanía guatemalteca y fue nombrado como
embajador en Francia, donde se desempeñó hasta 1970, ocupando una residencia
permanente en París. En 1967, la traducción al inglés de Mulata de tal fue publicada en Boston y Asturias fue galardonado
con el Premio Nobel de Literatura
«Por sus logros literarios vivos, fuertemente arraigados en los rasgos
nacionales y las tradiciones de los pueblos indígenas de América Latina».
Muerte
Asturias pasó sus
últimos años en Madrid, donde murió de cáncer en 1974. Está enterrado en el
cementerio de Père Lachaise en París.
Su tumba esta coronada con una réplica de la Estela 14 de Ceibal.
Obras mayores
Novelista y poeta del
realismo mágico, influido en sus orígenes por el realismo, muy pronto, sin
renunciar a esa impronta, se adentra en su campo predilecto: la mitología
aborigen, la propia tierra —lo «telúrico», en término muy actual—, en el
sentido de compromiso con los sinsabores de los campesinos sometidos al yugo
colonialista, lo que se ve en los títulos de sus obras. Junto a ello, y una
faceta no menos importante, la calidad y sonoridades de su prosa apenas admiten
comparación en la literatura castellana del siglo xx.
Publica Leyendas de Guatemala (1930) en torno a
mitos y leyendas nativos y mestizos. En su célebre novela El señor presidente (1946) retrata a un típico dictador
latinoamericano —como también hicieron Valle Inclán en Tirano Banderas, García Márquez en El otoño del patriarca, Roa Bastos en Yo el supremo, Alejo Carpentier en El recurso del método o Vargas Llosa en La fiesta del chivo— para lo que se sirvió de procedimientos
grotescos y burlescos con el fin de describir con contundencia la brutalidad y
la opresión social ejercidas por los gobiernos dictatoriales. Escribió los
libretos de las óperas Emulo Lipolidón
e Imágenes de nacimiento para el compositor
José Castañeda.
Hombres
de maíz (1949) es reconocida por muchos como su obra
maestra. En la novela se aprecian las voces y los rostros del oprobio y la
injusticia, pero en términos de cruda explotación colonial. Para ello, lo más
resaltable es que el autor logra, de forma casi sobrenatural, acoplar el
lenguaje y el ritmo de su prosa a los personajes que retrata, a sus fantásticas
creencias, sus atávicas maneras y costumbres.
En esta misma línea se
encuentran dos de sus principales obras: Mulata
de tal y Tres de cuatro soles, en
las cuales el autor incorpora a su novelística sus conocimientos antropológicos
sobre mitología maya, poniendo en relación de manera magistral, al apelar a una
forma de narrar fuertemente influida por el surrealismo, las cosmovisiones
aparentemente excluyentes de la Guatemala pre y post colonial. En estas obras
los antiguos dioses mayas recuperan inesperadamente su lugar en el mundo
contemporáneo, como en Tres de cuatro
soles, o son brutalmente reemplazados por nuevas deidades traídas e
impuestas por las distintas potencias imperiales. En este proceso las
metamorfosis y los cambios abundan, como se puede observar en Mulata de tal, libro de gran estilo,
complejo y maravilloso. Este mundo sincrético diverso y culturalmente rico,
sobrevive fundamentalmente en el lenguaje de los pobres y los explotados,
lenguaje que Asturias maneja con singular habilidad, que le permite mostrar un
mundo en una frase y ensayar una poética de los excluidos y de los oprimidos.
El autor se resiste a aceptar el genocidio cultural y humano que la realidad
colonial parece imponerle a su pueblo, y reafirma la vitalidad de este último,
encarando una empresa literaria que pone como principales protagonistas a
aquellas víctimas sometidas al yugo de la dominación imperialista que, no
obstante su
situación, resisten a
la opresión, manteniendo y reproduciendo en las condiciones más adversas una
identidad propia.
Insistió en parecidos
temas en sus siguientes obras, como en la polémica trilogía novelística
conocida como «La trilogía de la república de la banana» que es conformada por:
Viento fuerte (1950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960).
Las obras de teatro de
Miguel Ángel Asturias son menos conocidas, si bien abunda en el inconformismo y
la crítica social: Chantaje y Dique seco, ambas de 1964.
Leyendas de Guatemala
El primer libro
publicado de Asturias fue Leyendas de
Guatemala (1930), una colección de nueve historias que exploran los mitos
mayas de la época precolonial, así como temas que se refieren al desarrollo de
una identidad nacional guatemalteca. Su fascinación por textos precolombinos
como Popol Vuh y Anales de los Xajil, así como sus creencias en mitos y leyendas
populares, tuvieron una gran influencia en la obra. La académica Jean Franco
describe el libro como «recreaciones líricas del folklore guatemalteco,
inspirándose en fuentes coloniales y precolombinas». Para el crítico de la literatura
latinoamericana Gerald Martin, Leyendas
de Guatemala es «La primera gran contribución antropológica a la literatura
española de América». Según el académico Francisco Solares-Larrave, las
historias son un precursor del movimiento del realismo mágico. Asturias utilizó
escritura convencional y prosa lírica para contar una historia acerca de aves y
otros animales que conversan con seres humanos arquetípicos. El estilo de
escritura de Asturias en Leyendas de
Guatemala ha sido descrito por algunos como «historia-sueño-poemas». En
cada leyenda, Asturias atrae al lector con una furia de belleza y misterio sin
ser capaz de comprender el sentido de espacio y tiempo. Leyendas de Guatemala trajo elogios de la crítica en Francia, así
como en Guatemala. El destacado poeta y ensayista francés Paul Valéry escribió
sobre el libro: «descubrí que se creó un sueño tropical, que viví con singular
encanto».
El señor presidente
El
señor presidente, una de las novelas más aclamadas de
Asturias, se completó en 1933 pero permaneció inédita hasta 1946, cuando salió
en México como publicación privada. Como uno de sus primeros trabajos, El señor presidente mostró el talento
de Asturias y su influencia como novelista. Zimmerman y Rojas describen su obra
como una «denuncia apasionada contra el dictador guatemalteco Manuel Estrada
Cabrera». La novela fue escrita durante el exilio de Asturias, en París.
Durante la realización de la novela, Asturias se asociaba con los miembros del
movimiento surrealista, así como con otros futuros escritores de América
Latina, tales como Arturo Uslar Pietri y el cubano Alejo Carpentier. El señor presidente es una de muchas
novelas que exploran la vida bajo un dictador de América Latina y, de hecho, ha
sido proclamada por algunos como la primera novela real, a explorar el tema de
la dictadura. El libro también ha sido llamado un estudio del miedo, porque
el miedo es el clima en el que se desarrolla.
El
señor presidente utiliza técnicas surrealistas y refleja
la idea de Asturias que la conciencia irracional de la realidad de los indígenas
es una expresión de fuerzas subconscientes. Aunque el autor nunca especifica
el lugar donde la novela tiene lugar, es evidente que el argumento se ve
influenciado por el gobierno del presidente y dictador guatemalteco, Manuel
Estrada Cabrera. La novela de Asturias examina la forma en que el mal se
extiende hacia abajo desde un poderoso líder político, por las calles y en las
casas de los ciudadanos. Muchos temas, como la justicia y el amor, son objeto
de burla en la novela, y escapar de la tiranía del dictador es aparentemente
imposible. Cada personaje en la novela se ve profundamente afectado por la
dictadura y debe luchar para sobrevivir en una realidad aterradora. La historia
comienza con la muerte accidental de un alto funcionario, el coronel Parrales
Sonriente. El presidente utiliza la muerte del coronel para deshacerse de dos
hombres, cuando se decide a implicarles en el asesinato. Las tácticas del
presidente son vistas como sádicas, ya que cree que su palabra es la ley que nadie
debe de cuestionar. La novela entonces acompaña a varios personajes, algunos
cercanos al presidente y otros que buscan escapar de su régimen. El consejero
de confianza del dictador, a quien el lector conoce como «Cara de ángel», se
enamora de Camila, la hija del general Canales. Bajo la orden directa del
presidente, Cara de ángel convence al general Canales que una fuga inmediata es
imprescindible. Desafortunadamente, el general es uno de los dos hombres que el
presidente está tratando de implicar por asesinato; el propósito del presidente
es que general Canales parezca culpable al ser baleado mientras huía. Mientras
que el general es perseguido para su ejecución, su hija está bajo arresto
domiciliario por Cara de ángel. Cara de ángel se ve atrapado entre su amor por
Camila y su deber ante el presidente. Aunque el dictador nunca se nombra en la
obra, tiene similitudes inequívocas con Manuel Estrada Cabrera.
En 1974, el dramaturgo
Hugo Carrillo adaptó El señor presidente
en una obra de teatro.
Hombres de maíz
Hombres
de maíz (1949) es generalmente considerado la obra maestra
de Asturias, aunque sigue siendo una de sus novelas menos comprendidas. El
título de Hombres de maíz se refiere
a la creencia de los indígenas mayas de que su carne estaba hecha de maíz. La
novela está escrita en seis partes, cada una explorando el contraste entre las
costumbres tradicionales de los indígenas y una sociedad en proceso de
modernización. El libro explora el mundo mágico de las comunidades indígenas,
un tema del cual el autor era a la vez apasionado y conocedor. La novela se
basa en la leyenda tradicional, pero la historia es de creación propia de
Asturias. El argumento gira en torno a una comunidad indígena aislada —los
hombres de maíz o «gente del maíz»—, cuya tierra está amenazada por personas
ajenas con el propósito de su explotación comercial. Un líder indígena, Gaspar Ilom, encabeza la resistencia de
la comunidad contra los colonos, quienes lo matan con la esperanza de frustrar
la rebelión. Más allá de su tumba, Ilom vive como un «héroe popular»; a pesar
de sus esfuerzos, no puede prevenir que la gente pierde sus tierras. En la
segunda mitad de la novela, el personaje central es un cartero, Nicho, y la historia
gira en torno a la búsqueda de su esposa perdida. En el curso de su búsqueda,
abandona sus funciones, atados como los son a la «sociedad de los blancos», y
se transforma en un coyote, el cual representa a su espíritu guardián. Esta
transformación es otra referencia a la cultura maya; la creencia en el
nahualismo, o la capacidad del hombre de asumir la forma de su animal guardián,
es uno de los muchos aspectos esenciales para la comprensión de los
significados ocultos de la novela. A través de la alegoría, Asturias muestra
cómo el imperialismo europeo domina y transforma las tradiciones indígenas en
las Américas. Al final de la novela, como lo señala Jean Franco, «se ha
perdido el mundo mágico de la leyenda indígena»; pero concluye con una «nota
utópica», como las personas se convierten en hormigas para transportar el maíz
que han cosechado.
Escrito en forma de
mito, la novela es experimental, ambiciosa y difícil de comprender. Por
ejemplo, su «esquema de tiempo es un tiempo mítico en el que miles de años
pueden ser comprimidos y vistos como un momento único»; además, el lenguaje del
libro es «estructurado de manera análoga a las idiomas indígenas».Debido a su
enfoque inusual, pasó algún tiempo antes de que la novela fue aceptada por los
críticos y el público.
La trilogía bananera
Asturias escribió una
trilogía épica sobre la explotación de los indígenas en las plantaciones
bananeras, compuesta por las novelas Viento
fuerte (1950), El papa verde
(1954), y Los ojos de los enterrados (1960). Es un relato ficticio de los
resultados del control extranjero sobre la industria bananera de América
Central. Al principio, los volúmenes fueron solo publicados en Guatemala en
pequeñas cantidades. Su crítica al control extranjero de la industria bananera
y la forma en que los indígenas guatemaltecos fueron explotados, finalmente le
valió el premio más alto de la Unión Soviética, el Premio Lenin de la Paz. Este reconocimiento marca Asturias como uno
de los pocos autores que fueron reconocidos por sus obras literarias tanto en
el Occidente como en el bloque comunista durante el período de la Guerra Fría.
Mulata de tal
Asturias publicó Mulata de tal en 1963, cuando vivía en
exilio con su esposa en Génova, Italia. La novela recibió muchas críticas
positivas; Ideologies and Literature
lo describió como «un carnaval encarnado en la novela. Representa una colisión
entre el Mardi Gras maya y el barroco
hispano».La obra incluye la mitología maya y la tradición católica para formar
una alegoría de creencia distintiva, y surgió como una novela importante en la
década de 1960.
Gerald Martin en la Hispanic Review comentó «[es] bastante obvio que todo el arte de
esta novela se basa en su lenguaje. En general, Asturias coincide con la
libertad visual de los dibujos animados, por utilizar todos los recursos que la
lengua española le ofrece. Su uso del color es sorprendente y muchísimo más
liberal que en las primeras novelas». Asturias construyó la novela con un
uso singular del color, una teoría liberal, y un uso característico de la
lengua española. Su novela también recibió el Premio Silla Monsegur para la mejor novela hispanoamericana
publicada en Francia.
Temas
Identidad
La identidad
guatemalteca en la época postcolonial fue influenciada por una mezcla entre la
cultura maya y europea. Asturias, mestizo él mismo, propuso un alma nacional
híbrida para Guatemala, ladina en su lengua, maya en su mitología. Su
búsqueda para crear una auténtica identidad nacional es fundamental en Leyendas
de Guatemala y es un tema omnipresente en toda su obra. Cuando el entrevistador
Günter W. Lorenz le preguntó cómo percibió su papel como escritor
latinoamericano, respondió: «...Sentí que
era mi vocación y mi deber de escribir sobre América, que algún día sería de
interés para el mundo».Más tarde en la entrevista, Asturias se identificó
como portavoz de su pueblo, diciendo,
«...Entre los indígenas hay una creencia en el Gran Lengua. Gran Lengua es el
portavoz de la tribu. Y en cierto modo eso es lo que he estado: el portavoz de
mi tribu».
Política
A lo largo de la
carrera literaria de Asturias, se vio continuamente involucrado en la política.
Se opuso abiertamente a la dictadura de Estrada Cabrera, y más tarde se
desempeñó como embajador de Guatemala en varios países de América Latina y
Europa. Sus opiniones políticas se reflejan en varias de sus obras e
incluyen: la colonización española de América Latina y el declive de la
civilización maya; los efectos de las dictaduras políticas en la sociedad; y la
explotación del pueblo guatemalteco por empresas agrícolas extranjeras.
Leyendas
de Guatemala se inspira libremente en la mitología y
las leyendas mayas. El autor eligió incluir leyendas que van desde la creación
de los mayas hasta la llegada de los conquistadores españoles, cientos de años
más tarde. Presenta a los colonizadores españoles en la historia «Leyenda del
tesoro del Lugar Florido». En esta historia, un ritual de sacrificio se ve
interrumpido por la inesperada llegada de «los hombres blancos». La tribu se
dispersa atemorizada por los intrusos, y su tesoro se quede atrás en las manos
del hombre blanco. Jimena Sáenz argumenta que esta historia representa la caída
de la civilización maya por los conquistadores españoles.
Aunque en El señor presidente no se identifica
explícitamente a la sociedad guatemalteca de principios del siglo xx como
entorno de la novela, es evidente que el personaje del título fue inspirado en
la dictadura de Manuel Estrada Cabrera de 1898-1920. El carácter del Presidente
rara vez aparece en la historia, pero Asturias hace uso de varios otros
personajes para demostrar los terribles efectos de la vida bajo la dictadura.
Este libro fue una notable contribución al género de la novela hispanoamericana
de la dictadura. Irónicamente, Asturias no pudo publicar el libro en Guatemala durante
trece años, a causa de las estrictas leyes de censura de la dictadura de Jorge
Ubico, quien gobernó Guatemala entre 1931 y 1944.73
Tras el fin de la
Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos continuamente expandieron su
presencia en las economías de América Latina. Compañías tales como la United Fruit Company manipularon
políticos y explotaron la tierra, los recursos y los trabajadores
guatemaltecos. El efecto general fue devastador en Guatemala e inspiró a
Asturias a escribir la trilogía bananera, un conjunto de tres novelas
publicadas en 1950, 1954 y 1960. Las tres novelas revuelven en torno a la
explotación de los trabajadores agrícolas indígenas y la presencia monopolista
de la United Fruit Company en
Guatemala.
Asturias, preocupado
con la marginación y pobreza de la población maya en Guatemala, creía que el
desarrollo socioeconómico en Guatemala era dependiente de una mejor integración
de las comunidades indígenas, una distribución más equitativa de la riqueza en
el país, y la reducción de las tasas de analfabetismo, entre otros temas
prevalentes. La inclusión de algunos de los problemas políticos y
socioeconómicos de Guatemala en sus novelas, atrajo la atención internacional a
los mismos.
Naturaleza
Para Asturias,
Guatemala y América son un país y un continente marcado por la naturaleza.
Nahum Megged destaca que su trabajo encarna la «totalidad fascinante de la
naturaleza» y que no utiliza la naturaleza únicamente como telón de fondo para
el drama. Observa que en sus libros los personajes que más están en armonía con
la naturaleza son los protagonistas, mientras que los que perturban el
equilibrio de la naturaleza son los antagonistas. El tema de la personificación
erótica de la naturaleza es prevalente en sus novelas, como lo es también en Leyendas de Guatemala cuando escribe,
«El trópico es el sexo de la tierra».
Estilo
Asturias se inspiró en
gran medida en la cultura maya de América Central, la cual forma un tema
central en muchas de sus obras y tuvo una gran influencia en su estilo de
narración.
Influencia maya
La sociedad
guatemalteca que existe hoy en día se fundó sobre una base formada por la
cultura maya. Antes de la llegada de los conquistadores españoles, los mayas
representaban a una civilización muy avanzada política, económica y
socialmente. Esta rica cultura maya ha tenido una influencia innegable en las
obras literarias de Asturias. Creía en el carácter sagrado de las tradiciones
mayas y trató de revitalizar su cultura con la incorporación de la imaginería y
tradición indígena en sus novelas. Asturias, estudió en la Sorbona —la Universidad de París en ese momento— con Georges
Raynaud, un experto en la cultura de los maya quichés. En 1926, terminó la
traducción del Popol Vuh, el libro
sagrado de los quichés. Fascinado por la mitología de los pueblos indígenas de
Guatemala, escribió Leyendas de Guatemala.
Esta obra narrativa vuelve a contar algunas de las historias folclóricas mayas
de su tierra natal.
Ciertos aspectos de la
cultura de los indígenas eran de singular interés para Asturias. El maíz es una
parte integral de la cultura maya. No sólo es un alimento básico, además juega
un papel importante en la historia de la creación maya descrito en el Popol Vuh.79 Esta historia en
particular tuvo gran influencia en la novela Hombres de maíz, una fábula mitológica que introduce los lectores a
la vida, los costumbres, y la psique del indígena maya.
Asturias, que no habló
ningún idioma maya, admite que sus interpretaciones de la psique indígena eran
intuitivas y especulativas. Al adoptar tales libertades, hay grandes riesgos de
error. No obstante, Lourdes Royano Gutiérrez afirma que su trabajo mantiene su
validez, porque en esta situación literaria la intuición sirvió como una mejor
herramienta que el análisis científico. Jean Franco clasifica a Asturias como
un autor «indigenista», junto con Rosario Castellanos y José María Arguedas.
Franco sostiene que estos tres escritores se vieron llevados a «romper con el
realismo, precisamente, debido a las limitaciones del género a la hora de
representar al indígena». En Hombres de
maíz por ejemplo, Asturias utiliza un estilo lírico y experimental que
según Franco es una forma más auténtica de representación de la mente de los
indígenas, que la prosa tradicional.
Cuando se le preguntó
acerca de su método de interpretación de la psique maya, Asturias, fue citado
diciendo «Oí mucho, supuse un poco más e
inventé el resto». Pese a sus «inventos», su capacidad de incorporar su
conocimiento de la etnología maya en sus novelas, hacen su obra auténtica y
convincente.
Surrealismo y realismo
mágico
El surrealismo tuvo una
influencia importante en las obras de Asturias. Caracterizado por su
exploración de la mente subconsciente, el género permitió Asturias a cruzar los
límites de la fantasía y la realidad. Aunque las obras de Asturias fueron generalmente
consideradas como precursores del realismo mágico, el autor vio muchas
similitudes entre ambos géneros. Al discutir la idea del realismo mágico en sus
obras, vincula el género explícitamente al surrealismo. Sin embargo, no utilizó
el término para describir su propia obra. En cambio, lo usó en referencia a las
historias mayas que predatan la conquista de América por los europeos,
historias como el Popol Vuh o los Anales de los Xahil. En una entrevista
con su amigo y biógrafo Günter W. Lorenz, Asturias discute cómo estas historias
encajan su punto de vista del realismo mágico y como se relacionan con el
surrealismo, diciendo: «Entre el "real" y el "mágico" hay
una tercera clase de realidad. Se trata de una fusión de lo visible y lo
tangible, la alucinación y el sueño. Es similar a lo que los surrealistas
alrededor de [André] Breton querían y es lo que podríamos llamar "realismo
mágico"».A pesar de que ambos géneros tienen mucho en común, el realismo
mágico suele ser asociado con la literatura de América Latina.
Como se mencionó
anteriormente, la cultura maya fue una inspiración importante para Asturias.
Veía una relación directa entre el realismo mágico y la mentalidad indígena,
diciendo: «...un indígena o un mestizo en una pequeña aldea podría describir
cómo vio una enorme piedra convertirse en una persona o un gigante, o una nube
en una piedra. Eso no es una realidad tangible, sino que implica una
comprensión de las fuerzas sobrenaturales. Por eso, cuando tengo que darle una
etiqueta literaria, lo llamo "realismo mágico"». En el mismo sentido,
Lourdes Royano Gutiérrez, argumenta que el pensamiento surrealista no es del
todo diferente de la visión del mundo indígena o mestiza Royano Gutiérrez
describe esta visión del mundo como una en la que el límite entre realidad y
sueño es poroso, no es concreto. De la citas de Asturias y Royano Gutiérrez
se desprende que el realismo mágico se consideró un género adecuado para
representar los pensamientos de un personaje indígena. El estilo del surrealismo
y realismo mágico se ejemplifica en las obras Mulata de tal y El señor
presidente.
Uso
del lenguaje
Asturias fue uno de los
primeros novelistas latinoamericanos a darse cuenta del enorme potencial del
lenguaje en la literatura. Tenía un estilo lingüístico muy profundo que
empleaba para transmitir su visión literaria. En sus obras, el lenguaje es más
que una forma de expresión o un medio para un fin, y puede ser muy abstracto.
No es que el lenguaje da vida a su obra, sino que la forma orgánica del
lenguaje utilizado por Asturias, tiene una vida propia dentro de su obra («El
lenguaje tiene vida propia»).
Así, en Leyendas de Guatemala se nota un estilo
rítmico y musical a la escritura. En muchas de sus obras utilizó técnicas que
también se observan en textos precolombinos, como onomatopeyas, repeticiones y
simbolismo. Su interpretación moderna del estilo de la escritura maya, se
convirtió más tarde en su propio estilo característico. Asturias, sintetizó
la dicción litúrgica encontrada en el Popol Vuh, con un vocabulario colorido y
exuberante. Este estilo característico ha sido llamado «barroquismo tropical»
por Royano Gutiérrez en su análisis de sus obras más importantes.
En Mulata de tal, Asturias fusiona el surrealismo con la tradición
indígena en algo llamado «el Gran Lengua».En esta tradición maya, las personas
confieren poder mágico a ciertas palabras y frases, de forma similar al canto
de una bruja o una maldición. En sus narraciones, Asturias devuelve el poder a
las palabras y les permite hablar por sí mismos: «Los toros toronegros, los toros torobravos, los toros torotumbos,
los torostorostoros».
Asturias utiliza un
vocabulario maya significativo en sus obras. Para un mejor entendimiento de la
rica combinación de las palabras coloquiales guatemaltecas e indígenas, se ha
incluido un glosario al final de Hombres
de maíz, Leyendas de Guatemala, El señor presidente, Viento fuerte, y El papa verde.
Legado
Después de su muerte en
1974, el gobierno reconoció su contribución a la literatura guatemalteca
mediante la creación de premios literarios y becas en su nombre. Uno de ellos
es el premio literario más distinguido del país, el Premio Nacional de Literatura «Miguel Ángel Asturias». Además, en
su honor el teatro nacional de la Ciudad de Guatemala, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, lleva su nombre.
Asturias es recordado
como un hombre que creía firmemente en el reconocimiento de la cultura indígena
en Guatemala. En las palabras de Gerald Martin, Asturias es uno de los
«escritores ABC» —Asturias, Borges, Carpentier— quienes, según Martin,
«realmente iniciaron el modernismo latinoamericano».Por su experimentación con
estilo y lenguaje, algunos científicos lo consideran un precursor del realismo
mágico.
Los críticos comparan
su obra de ficción a la de Franz Kafka, James Joyce y William Faulkner por su
uso del estilo de «corriente de la conciencia».Su obra ha sido traducida en
numerosos idiomas, incluyendo inglés, francés, alemán, sueco, italiano,
portugués, ruso y muchos más.
Obras
seleccionadas
El señor presidente 1943
Hombres de maíz 1949
Viento fuerte 1950
El papa verde 1954
Los ojos de los
enterrados 1960
El alhajadito 1961
Mulata de tal 1963
Maladrón (Epopeya de
los Andes verdes) 1969
Viernes de dolores 1972
Cuentos Rayito de estrella 1925
Leyendas de Guatemala 1930
Week-end en Guatemala 1956
Clarivigilia primaveral 1965
El espejo de Lida Sal 1967
Tres de cuatro soles 1971
Teatro Soluna; comedia prodigiosa en dos
jornadas y un final 1955
La audiencia de los
confines; Crónica en tres andanzas 1957
Teatro: Chantaje, Dique
seco, Soluna, La audiencia de los confines 1964
El Rey de la Altaneria 1968
Libretos para ópera Emulo Lipolidón: fantomimab 1935
Imágenes de
Nacimiento39
Poesía Rayito de estrella; fantomima 1929
Emulo Lipolidón:
fantomima 1935
Sonetos 1936
Alclasán; fantomima 1940
Con el rehén en los
dientes: Canto a Francia 1942
Anoche, 10 de marzo de
1543 1943
Poesía: Sien de alondra 1949
Ejercicios poéticos en
forma de soneto sobre temas de Horacio 1951
Alto es el Sur: Canto a
la Argentina 1952
Bolívar: Canto al
Libertador 1955
Nombre custodio e
imagen pasajera 1959
Clarivigilia primaveral 1965
Sonetos de Italia 1965
Ensayos Sociología guatemalteca: El problema social
del indio (tesis)c 1923
La arquitectura de la
vida nueva 1928
Carta aérea a mis
amigos de América 1952
Rumania; su nueva
imagen 1964
Latinoamérica y otros
ensayos 1968
Comiendo en Hungría
(relato de viajes, co-escrito con Pablo Neruda) 1969
América, fábula de
fábulas y otros ensayos 1972
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