Tuesday, February 26, 2019

RUBEM FONSECA


Paseo nocturno
Rubem Fonseca

Llegué a la casa cargando la carpeta llena de papeles, relatorios, estudios, investigaciones, propuestas, contratos. Mi mujer, jugando solitario en la cama, un vaso de whisky en el velador, dijo, sin sacar lo ojos de las cartas, estás con un aire de cansado. Los sonidos de la casa: mi hija en su dormitorio practicando impostación de la voz, la música cuadrafónica del dormitorio de mi hijo. ¿No vas a soltar ese maletín?, preguntó mi mujer, sácate esa ropa, bebe un whisky, necesitas relajarte.
Fui a la biblioteca, el lugar de la casa donde me gustaba estar aislado, y como siempre no hice nada. Abrí el volumen de pesquisas sobre la mesa, no veía las letras ni los números, yo apenas esperaba. Tú no paras de trabajar, apuesto a que tus socios no trabajan ni la mitad y ganan la misma cosa, entró mi mujer en la sala con un vaso en la mano, ¿ya puedo mandar a servir la comida?
La empleada servía a la francesa, mis hijos habían crecido, mi mujer y yo estábamos gordos. Es aquel vino que te gusta, ella hace un chasquido con placer. Mi hijo me pidió dinero cuando estábamos en el cafecito, mi hija me pidió dinero en la hora del licor. Mi mujer no pidió nada: teníamos una cuenta bancaria conjunta.
¿Vamos a dar una vuelta en el auto? Invité. Yo sabía que ella no iba, era la hora de la teleserie. No sé qué gracia tiene pasear en auto todas las noches, también ese auto costó una fortuna, tiene que ser usado, yo soy la que se apega menos a los bienes materiales, respondió mi mujer.
Los autos de los niños bloqueaban la puerta del garaje, impidiendo que yo sacase el mío. Saqué los autos de los dos, los dejé en la calle, saqué el mío y lo dejé en la calle, puse los dos carros nuevamente en el garaje, cerré la puerta, todas esas maniobras me dejaron levemente irritado, pero al ver los parachoques salientes de mi auto, el refuerzo especial doble de acero cromado, sentí que mi corazón batía rápido de euforia. Metí la llave en la ignición, era un motor poderoso que generaba su fuerza en silencio, escondido en el capó aerodinámico. Salí, como siempre sin saber para dónde ir, tenía que ser una calle desierta, en esta ciudad que tiene más gente que moscas. En la Avenida Brasil, allí no podía ser, mucho movimiento. Llegué a una calle mal iluminada, llena de árboles oscuros, el lugar ideal. ¿Hombre o mujer?, realmente no había gran diferencia, pero no aparecía nadie en condiciones, comencé a quedar un poco tenso, eso siempre sucedía, hasta me gustaba, el alivio era mayor. Entonces vi a la mujer, podía ser ella, aunque una mujer fuese menos emocionante, por ser más fácil. Ella caminaba apresuradamente, llevaba un bulto de papel ordinario, cosas de la panadería o de la verdulería, estaba de falda y blusa, andaba rápido, había árboles en la acera, de veinte en veinte metros, un interesante problema que exigía una dosis de pericia. Apagué las luces del auto y aceleré. Ella solo se dio cuenta de que yo iba encima de ella cuando escuchó el sonido del caucho de los neumáticos pegando en la cuneta. Le di a la mujer arriba de las rodillas, bien al medio de las dos piernas, un poco más sobre la izquierda, un golpe perfecto, escuché el ruido del impacto partiendo los dos huesazos, desvié rápido a la izquierda, un golpe perfecto, pasé como un cohete cerca de un árbol y me deslicé con los neumáticos cantando, de vuelta al asfalto. Motor bueno, el mío, iba de cero a cien kilómetros en once segundos. Incluso pude ver el cuerpo todo descoyuntado de la mujer que había ido a parar, rojizo, encima de un muro, de esos bajitos de casa de suburbio.
Examiné el auto en el garaje. Con orgullo pasé la mano suavemente por el guardabarros, los parachoques sin marca. Pocas personas, en el mundo entero, igualaban mi habilidad en el uso de esas máquinas.
La familia estaba viendo televisión. ¿Ya diste tu paseíto, ahora estás más tranquilo?, preguntó mi mujer, acostada en el sofá, mirando fijamente el video. Voy a dormir, buenas noches para todos, respondí, mañana voy a tener un día horrible en la compañía.

“Passeio noturno”, 1973




Rubem Fonseca (Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil; 11 de mayo de 1925) es un escritor y guionista de cine brasileño. Estudió Derecho y se especializó en Derecho Penal. A pesar de su amplio reconocimiento como escritor, no fue hasta los 38 años de edad que decidió dedicarse de lleno a la literatura. Antes de ser escritor de tiempo completo, ejerció varias actividades, entre ellas la de abogado litigante.​ En 2003, ganó el Premio Camões, el más prestigiado galardón literario para la lengua portuguesa, una especie de Nobel para escritores lusos. En 2004 recibió el Premio Konex Mercosur a las Letras, y en 2012 el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas.

Biografía

En 31 de diciembre de 1952 inició su carrera en la policía, como comisario en el 16º Distrito Policial, en São Cristóvão, en Río de Janeiro. Muchos de los hechos vividos en aquella época y de sus compañeros de trabajo están inmortalizados en sus libros. Alumno brillante de la Escuela de Policía, no demostraba, entonces, propensiones literarias. Pasó poco tiempo en las calles. La mayor parte del tiempo en que trabajó, hasta ser exonerado el 6 de febrero de 1958, fue un policía de oficina. Cuidaba del servicio de relaciones públicas de la policía.
En junio de 1954 recibió una beca para estudiar y después dar clases sobre ese tema en la Fundación Getúlio Vargas, en Río de Janeiro. En la Escuela de Policía se destacó en psicología. Los contemporáneos de Rubem Fonseca dicen que, en aquella época, los policías eran más jueces de paz, separadores de pelea, que autoridades. Rubem veía, debajo de las definiciones legales, las tragedias humanas y conseguía resolverlas. En ese aspecto, afirman, él era admirable. Fue elegido, entre septiembre de 1953 y marzo de 1954, junto con otros nueve policías cariocas para especializarse en Estados Unidos. Aprovechó la oportunidad para estudiar Administración de Empresas en Boston y en Nueva York. Más adelante, mientras litigaba a favor de hombres que caían injustamente en manos de la justicia -por lo general negros-, Fonseca intentó conseguir un puesto como juez. Fue durante esta etapa en la que pudo observar de cerca la corrupción y la violencia, tanto entre ciudadanos como la del Estado hacia estos. La oportunidad de observar esto sería crucial para el desarrollo de su estilo narrativo.
Es conocido por ser una persona recluida que adora el anonimato y se rehúsa a dar entrevistas, como Dalton Trevisan y como Thomas Pynchon, que es su amigo personal. Aun así es descrito por sus amigos como persona sencilla, afable y de óptimo humor. Tello Garrido nos narra un comentario que le hizo Fonseca durante una visita a México sobre los motivos que lo llevan a mantenerse al margen de los reflectores literarios:
Al parecer Rubem Fonseca prefiere pensar que un escritor puede decir todo lo que a él le parezca importante, independientemente de lo que los lectores puedan opinar al respecto, pero siempre a través de sus obras y no como personaje público que dicta sentencias en cuanto tiene un micrófono enfrente. Él mismo me comentó después que John Updike le había dicho alguna vez que la fama es como una máscara que los hombres suelen ponerse, y que resulta peligrosa porque devora el rostro original, le impone gestos, niega la identidad de quien se la ha echado encima.
Las obras de Rubem Fonseca generalmente retratan, en estilo seco, áspero y directo, la lujuria sexual y la violencia humana, en un mundo donde marginales, asesinos, prostitutas, delegados y pobres se mezclan. Fonseca dice que un escritor debe tener el coraje para mostrar lo que la mayoría de la gente teme decir. La historia a través de la ficción es también una marca de Rubem Fonseca, como en las novelas Agosto (su libro más famoso), en la que retrata las conspiraciones que resultaron en el suicidio de Getúlio Vargas, y en El Salvaje de la Ópera en la que narra la vida de Carlos Gomes, o aún sobre la obra La Caballería roja, libro de Isaac Babel retratado en Vastas Emociones y Pensamientos Imperfectos. Casi todos los autores brasileños contemporáneos reconocen la importancia de Fonseca, y algunos de la nueva generación, tales como Patrícia Melo o Luis Ruffato, dicen que es una gran influencia.
Creó, para protagonizar algunos de sus cuentos y novelas, un personaje antológico: el abogado Mandrake, mujeriego, cínico y amoral, además de profundo conocedor del submundo carioca. Mandrake fue transformado en serie para la cadena de televisión HBO, con guiones de José Henrique Fonseca, hijo de Rubem, y el actor Marcos Palmeira en el papel protagonista
Dado que le interesa profundamente el arte cinematográfico, escribe también guiones para filmes, muchos de ellos premiados.
Es viudo y tiene tres hijos.

Bibliografía

Cuentos

Los prisioneros (1963) (10 cuentos)
El collar del perro (1965) (8 cuentos)
Lucía McCartney (1967) (19 cuentos)
Feliz Año Nuevo (1975) (15 cuentos)
El cobrador (1979) (10 cuentos)
Novela negra y otras historias (1992) (7 cuentos)
El agujero en la pared (1995)
Historias de amor (1997)
La cofradía de los Espadas (1998)
Secreciones, excreciones y desatinos (2001)
Pequeñas criaturas (2002)
Ella y otras mujeres (2006)
Axilas y otras historias indecorosas (2011)
Amalgama (2013)
Histórias Cortas (2015)
Calibre 22 (2017)
Novelas
El caso Morel (1973)
El gran arte (1983)
Buffo & Spallanzani (1986) (Traducida primeramente en España como Pasado negro, y habiéndosele restituido posteriormente su título original.)
Grandes emociones y pensamientos imperfectos (1988) (Traducida en España como Vastas emociones y pensamientos imperfectos.)
Agosto (1990)
El salvaje de la ópera (1994)
Del fondo del mundo prostituto sólo amores guardé para mi puro (1997) (Traducida en Colombia como: Y de este mundo prostituto y vano sólo quise un cigarro entre mi mano)
El enfermo Molière (2000)
Diario de un libertino (2003)
Mandrake, la Biblia y el bastón (2005)
El seminarista (2010)
Corazones solitarios Texto en negrita

Crónicas

La novela murió (2008)

Memorias

José (2011)
Antologías; recopilaciones
Los mejores relatos (Alfaguara, 1998)
Cuentos completos en tres tomos (Tusquets, 2018)

Crítica

MORAIS JUNIOR, Luis Carlos de. "O mago artificial", in O Estudante do Coração. Rio de Janeiro: Quártica, 2010.
PETROV, Petar Dimitrov. O Realismo na Ficção de José Cardoso Pires e Rubem Fonseca. Lisboa: Algés, 2000.
POLESSA, Maria Luiza de Castro. Rubem Fonseca: Retratos e Conversas. Universidade Federal do Rio de Janeiro, 1986.
SANTOS, Rosa Maria dos. O Conto Policial em Poe e Rubem Fonseca. Universidade Estadual Paulista, São José do Rio Preto, 1998.
SILVERMAN, Malcolm. “Rubem Fonseca”, págs. 261-277, in Moderna Ficção Brasileira 2. Ed. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira/MEC, 1981.
SILVA, Deonísio da. Rubem Fonseca. Coleção Perfis do Rio. Rio de Janeiro: Relume-Dumará/Rio Arte, 1996.
TELLO Garrido, Romeo. La Violencia como Estética de la Misantropia. Cuatro Acercamientos a la Obra de Rubem Fonseca. México, 1993.
VIEGAS, Ana Cristina Coutinho. Campos Recepcionais na Obra de Rubem Fonseca. Universidade Federal do Rio de Janeiro, 1998.
VIEIRA, Nelson H. An ‘Uncanny’ Vision of Art and Reality in Brazil: Rubem Fonseca’s Bufo & Spallanzani. Brown University, /n/d/





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