Sunday, July 26, 2009

JORGE ARIEL MADRAZO






TRES MICROCUENTOS de Jorge Ariel Madrazo

Madre cose
El restaurante auto-servicio rebosa de comensales. Las mesas se han improvisado con tablas apoyadas sobre máquinas de coser ya no comercializables, oxidadas, en desuso desde los años ‘40. Mientras almuerzo sobre mi máquina Singer, mis pies automáticamente hacen bailar el pedal de hierro y la rueda giratoria obliga a correr al fantasmal hilo de costura. Devoro los ravioles. A mi lado, mi madre ajusta el hilo en el cartucho de metal resplandeciente, hace galopar la tela y le va dando esos sabios pespuntes. La contemplo absorto. Me dice: “Pero, hijo, se te enfría la comida”.

Los piqueteros pálidosAquel día, un grupo de muertos argentinos (quiénes, si no) resolvió protestar; entendían que la cosa era injusta, y algo de razón tenían. Aparte de la carta documento al jefe del Más Allá se lanzaron a bloquear nubes celestiales y vereditas de rescoldos humeantes; apoyados por el gremio de camioneros fallecidos armaron tal despiporre que el Supremo y Satán, ambos a una, debieron negociar: cada año, un núcleo selecto de esos muertos made in Argentina vuelven por una semana al terruño. ¿No alcanzó a verlos, esos hombres y mujeres más bien paliduchos a los que todo, aquí abajo, les parece una maravilla y hasta hablan bien del país?

¿Fueron los bigotitos?
¿O las lucubraciones del profesor sobre el Ser y el Tiempo, aquel 1924, en Marburgo, Alemania? Ella, dieciocho años; él, treinta y cinco. Ella es un ave de lírico vuelo estricto, él un águila de planeo calculador. Ahora, mientras mirás la foto de ella, esos ojos tristes, esa semisonrisa triste y dulce, es decir trilce, es decir dultris, el mechón que cae sobre la oreja derecha y las mangas del blusón abuchonadas y con puños de encaje, le advertís, en un susurro: “Tené cuidado, él no te conviene”. Pero ella no te oye. Sigue trilce. Sigue dultris. Sigue Hannah Arendt.


El escritor argentino Jorge Ariel Madrazo nació en Buenos Aires en el año 1931 y, según confesó en alguna oportunidad, desde pequeño ya había descubierto su vocación poética. Así fue como se embarcó en esta aventura literaria que comenzó a dejar al descubierto sus capacidades a partir de 1966, año en que empezaron a aparecer sus primeras obras, dentro de las cuales se encontraban “Orden del día”, “La tierrita”, “Breve historia del bolero”, “Espejos y destierros” y “Blues de Muertevida”, entre otras creaciones.
Tiempo después, instalado en Caracas, Venezuela (donde viviría hasta 1983), se dedicó al periodismo y a la crítica cultural. Con el paso de los años, Madrazo también ganaría experiencia como traductor de diversos autores norteamericanos e ingleses, desarrollaría el ciclo “Poetas y Narradores” en diferentes bibliotecas públicas de Buenos Aires, colaboraría en publicaciones de países como Cuba, Brasil, Estados Unidos, España y México, y sería invitado a una gran cantidad de eventos literarios de todas partes del mundo, entre los que se destacan el Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia), el Encuentro Internacional de Poesía en Bogotá, el Seminario Internacional Ideamérica “?95, el Congreso estadounidense “The Powers of Poetry” (organizado por la Universidad de Eugene) y el Festival de Poesía de Las Palmas.
En 1987, gracias a “Cuerpo textual”, el poeta, narrador y traductor argentino fue distinguido con el Segundo Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires y, años después, “Para amar a una deidad” fue merecedor del Premio Fundación Inca y del Premio Fondo Nacional de las Artes.
“Cantiga del otro”, “Ventana con Ornella”, “Piedra de amolar”, “Mientras él duerme”, “Testimonios de fin de milenio. Conversaciones con Elizabet Azcona Cranwell”, “De mujer nacido” y “El anticristo” son otros de los títulos que forman parte de la obra literaria de Jorge Ariel Madrazo, un argentino que se define a sí mismo como “poeta antes que periodista”.
El poeta fallece en Buenos Aires el 23 de marzo del año 2016

¿ES UNA NADA que simula un todo?
¿el sólido vacío en que algo nace?
vuela tu mano, sangra, reza, yace:
alma prensil con que escribís tu todo
mejor dicho: te escribe -mano a codo-
la palabra-poema, donde pace
tu buey tan ojos que el dolor enlace,
que lo lleve a otro mundo, donde el modo
de ser vos mismo es, sin más, ser nadie
y allí al fin te disuelvas, luz y estrella
amando el raro amor que otorgó vida

a tu otro-yo: tu muerte renacida.
Jamás la muerte resultó tan bella.
Vivo estarás, mientras tu muerte irradie.

2 comments:

Anonymous said...

Querido Jorge:
Son muy buenos estos cuentos! Me gustaron mucho "los climas", las imágenes poéticas en la voz y en las vivencias de estos personajes de la realidad...
Un abrazo
Montse Bertrán

Ricardo Juan Benítez said...

Jorge, maestro... este breve muestreo dejan con ganas de más. Larga vida a "Quarks": la partícula más pequeña de materia que el hombre a llegado a identificar... notable, en este caso es la muestra más grande de talento en microficciones.